Mirando a través del cristal por la ventana, veo aquella ciudad, cada vez más oscura, cada vez más lugubre, como si una densa niebla envolviera todo cuanto puede existir en ella.
Es extraño a veces pienso, como los lejanos recuerdos de mi niñez están tan llenos de color y de vida, pero a pesar de ello, el mundo real tal como lo veo ahora, es opaco, en sepia, como si cada objeto en el hubiera perdido su brillo, y aquella alegría vivida en mis primeros años poco a poco se transforma en una imagen cada vez mas lejana.
Las sombras, las voces, los gritos, la lluvia, el viento, todo acaba.....
Y cuando despierto y vuelvo a mi vida, a esta vida, no le encuentro mucho significado, al despertar, comer, trabajar, comer, dormir, y comenzar de nuevo, demasiada monotonía al igual que el resto del todo aquello que tu consideras verdad; pero he podido encontrar algo, algo que estoy seguro no tiene nadie mas.
El viento en mi rostro, las sombras ante mis ojos, estoy aquí de nuevo y puedo sentir esta fuerza que habita en mi alma, esa voz que me susurra, que me impulsa, que clama y que grita por hacer lo que se tenga que hacer.
Miro las calles, tus calles, y veo a cada persona caminar en esta ciudad iluminada por aquellas farolas que pobremente dan refugio en una noche como esta.
Miro las calles, tus calles, y veo a cada persona caminar en esta ciudad iluminada por aquellas farolas que pobremente dan refugio en una noche como esta.
Espero, siempre hay que esperar, siempre hay alguien, siempre una victima, no se puede detener, es una constante que nunca acaba; puedo olerlo, se acerca, el momento, no he de esperar más.
Comienzo a correr por los techos de los edificios, saltando muros y librando alturas hasta que me detengo a contemplar la escena..... Típico creo yo, una mujer, un tipo malo, un arma, unos gritos, lágrimas, golpes, silencio.
Pero hoy no es su día; no es día para ninguno de los dos, ella vivirá su vida, será "salvada", pero no olvidara esta noche, ni las pesadillas que esta conlleva, el, morirá, su vida no vale nada, será castigado, y brindara tal espectáculo de sangre y dolor a su victima que su muerte lejos de ser reinvindicante y con un sentido de Justicia, se transformara en un icono de culpa y miedo para ella y para quienes vengan a recoger sus restos.
Y yo, yo siempre estaré aquí, observando, esperando, en la cornisa, en el acantilado, al doblar la esquina, esperando a cada infeliz que se cruce en mi camino.
Continuara......................